Un día, mientras Groucho Marx se encontraba trabajando en su jardín, equipado con un desgastado atuendo de jardinería, una mujer detuvo su Cadillac frente a la casa y trató de convencer al “jardinero” para que trabajara para ella.
«¿Cuánto le paga la señora de la casa»
A lo que Groucho respondió:
Oh, no me paga en dólares. La señora de la casa tan sólo me deja dormir con ella.