Tras recibir una carta del banco, el director de la entidad se despedía con extrema amabilidad y cordialidad, emplazando a Groucho Marx a llamarlo si necesitaba cualquier cosa de él.
Groucho se apresuró y respondió a través de la siguiente carta:
«Estimado señor, lo mejor que podría hacer por mí, si es su deseo servirme, es robar un poco de dinero de la cuenta de uno de sus clientes más ricos e ingresarlo a la mía»