Cuando viajaban con su madre, ésta solía adquirir para sus hijos billetes infantiles, sin importarle la edad que tuvieran sus hijos.
En una ocasión, el revisor, al ver los billetes, le preguntó a la Sra. Marx:
-¿Infantiles?, ¿Está Vd. segura?-
-Por supuesto- respondió ella.
-Pues, Sra. yo que Vd. vigilaría a sus hijos, pues uno de ellos está en el vagón-restaurante fumándose un puro.-
-Por supuesto- respondió ella.
-Pues, Sra. yo que Vd. vigilaría a sus hijos, pues uno de ellos está en el vagón-restaurante fumándose un puro.-